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El aborto en México: 28S, la lucha por el derecho a decidir y dejar de morir

El aborto sigue siendo un privilegio en México. Un derecho condicionado al código postal y al nivel socioeconómico

Cada día, las mujeres en México siguen muriendo. No por accidentes, no

por causas naturales, sino por un sistema que les niega el derecho a decidir

sobre sus propios cuerpos. Cada aborto clandestino, cada muerte materna, es un

recordatorio brutal de la traición sistemática que vivimos. Mientras algunos

celebran “avances legales”, miles de mujeres siguen enfrentando la

condena del sistema: son procesadas, estigmatizadas y forzadas a vivir las

consecuencias de abortos inseguros. La rabia que sentimos no es por una

cuestión política o moral, sino por la muerte de compañeras que jamás debieron

morir por intentar ejercer su derecho básico a interrumpir un embarazo de

forma segura.

Este país celebra leyes que en la práctica solo sirven para las que

tienen privilegios. La despenalización federal del aborto, aunque significativa en los libros de historia, no cambia la realidad para las miles de mujeres que enfrentan barreras insuperables: la objeción de conciencia arbitraria, la falta de acceso a servicios en zonas rurales, el estigma moral y, en el peor de los casos, la muerte. En Oaxaca, por ejemplo, a pesar de que se despenalizó el aborto hasta las 12 semanas, menos del 30% de los hospitales públicos ofrecen el servicio, dejando a miles de mujeres sin acceso real a este derecho. No podemos hablar de victoria mientras seguimos enterrando a quienes nunca tuvieron la opción de elegir.

Sí, la SCJN dio un paso adelante. Pero, ¿de qué sirve este derecho si

miles de mujeres todavía no pueden acceder a un aborto seguro y legal?

Según datos del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), entre 2015

y 2021, más de 1,600 mujeres fueron procesadas penalmente por abortar,

muchas de ellas tras haber sufrido abortos espontáneos o complicaciones

médicas. Esto no es justicia, es una trampa que sigue condenando a las más

vulnerables. Casos como el de Gabriela, una mujer indígena de 22 años en

Veracruz, quien tras un aborto espontáneo fue acusada de “homicidio en

razón de parentesco”, demuestran que el sistema no solo falla, sino que

condena brutalmente a las mujeres más desprotegidas.

Redacción La Audiencia
Tags: 28S aborto ABORTO LEGAL Despenalización Genero